Hubo un momento, el domingo por la tarde, en el campo del Congressional, a dos pasos de Washington DC y la Casa Blanca, en que se dieron todas las condiciones para escribir la alegoría perfecta. Jon Rahm peleaba por la victoria en su debut profesional con un teniente de la marina, nacido en el pueblo de al lado y forjado como militar en la vecina academia de Annapolis, y con dos veteranos, ganadores de grandes en la curva descendente, que, por edad, podrían ser sus padres y, por las circunstancias del momento, los padrinos de la estrella ascendente en su bautismo profesional. Entre el público, el anfitrión del torneo National, Tiger Woods, aún lesionado, el prodigio que revolucionó el golf con su precocidad y audacia, contemplaba la escena y la posibilidad de que Rahm, vasco de 21 años recién graduado de la Universidad de Arizona, lograra su primera victoria en el torneo en el que había dejado de ser amateur, un récord que él, que ganó el primero de sus 79 torneos de la PGA en su quinto intento, no había alcanzado.
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