mercredi 29 juin 2016

Toro Rosso ata a Sainz

Cuando firma un contrato con un piloto de carreras, Red Bull se guarda en su manga todos los ases de la baraja para extraer el máximo rendimiento del individuo en cuestión y de este modo recuperar su inversión. La marca del búfalo rojo es, al margen de los constructores, una de las que más dinero inyecta en el automovilismo, y con casi toda probabilidad, la más visible del Mundial de Fórmula 1. No puede ser de otra forma si tenemos en cuenta que el gigante energético posee dos escuderías (Red Bull y Toro Rosso), manejadas por una cúpula que dirige con mano de hierro el doctor Helmut Marko, un expiloto austríaco que perdió un ojo al recibir el impacto de una piedra que escupió el monoplaza de Emerson Fittipaldi durante el Gran Premio de Francia de 1972. Marko tiene plenos poderes y la única obligación de reportar a Dietrich Mateschitz, el dueño del imperio, que cree ciegamente en él y le deja hacer y deshacer a su antojo.

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