En cada turno de descanso, con el rostro todo el rato a disfustola mirada se le perdía durante unos instantes y cuando la mente le devolvía a la Tierra, se decía: no, no y no. Contra todo pronóstico, de forma cruel y fulminante, Garbiñe Muguruza se despidió de Wimbledon en la segunda ronda del grande británico. La hispano-venezolana cayó 6-3 y 6-2 frente a la eslovaca Jana Cepelova, 124 del mundo, y constató ese tópico vital que dice que lo difícil no es tanto llegar como quedarse. Si el año pasado alcanzó la final del All England Tennis Club y hace unas semanas triunfaba en París, donde logró el primer grande de su carrera en Roland Garros, su andadura en la hierba de Londres fue esta vez de lo más breve, truncada casi a las primeras de cambio.
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