El fútbol no entiende de geografía, millones ni heráldica del mismo modo que el balón no hace caso a quien se lo pide sino a quien se lo ordena. Inglaterra, perenne aspirante al cetro europeo, selección de quilates y jugadores que nadan en la abundancia, perdió sin decir ni mu ante Islandia, una selección menor y tosca para la conjugación de la pelota pero de lo más fina para la definición. David le venció a Goliat y se firmó una página de oro para Islandia, que llegó a la Eurocopa como La Cenicienta y se mantiene en pie como un ‘Rambo’ enmascarado que ya está en los cuartos de final.
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