A unos 50 kilómetros de París se encuentra Chantilly y el señorial hotel de la selección inglesa, después de atravesar una suerte de campiña y junto a un hipódromo que les recordará a Ascott en sus grandes días. Una carretera de color cobrizo flanqueada por tupidos árboles descubre en su final el campo de entrenamiento de los pross, en el Stade des Bourgognes. Y por ahí aparece Harry Kane, el pichichi de la Premier con 25 goles, que baja de una furgoneta negra para colocarse ante los micros. Tras la pregunta de rigor sobre Brexit, de la que se desentiende como puede, le cuestionan: “¿Estás cansado?”. La pregunta hace referencia a que durante el verano pasado también jugó el Europeo Sub-21. Pero Kane, entonces, tuerce el gesto y cobra seriedad. “Para nada. Estoy preparado y fresco”. Pero no marca como tampoco lo hacen sus compañeros de la delantera, toda una ironía para Inglaterra, que esta tarde se mide con Islandia en octavos (18.00 horas).
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