En la liga de futbito del instituto teníamos a un entrenador que llegaba, pedía que disfrutásemos "como dice Cruyff" y dale, maestro. A veces en los rivales había tanta charla y tanta pizarra que nuestro entrenador, mirando de reojo al público, nos reunía y gritaba: "¡Lo hablado por la semana!". En realidad por la semana no habíamos hablado nada, de hecho no entrenábamos y muchos ni siquiera nos conocíamos. Por tanto lo que hacíamos era jugar por instinto sin saber muy bien nuestras posiciones, fiándonos de nuestros compañeros por la apariencia, jugando casi al azar. Como España durante todos los años que acumuló talento y títulos; como España ayer, pero sin el brillo de entonces, cuando ya se había acabado el placer sin un plan alternativo.
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