samedi 23 mai 2015

Pájaros de barro en Ipurua

Todo estaba preparado con el esmero que se pone en las fiestas de los barrios. El escenario, abarrotado pero sin perder la intimidad de las pequeñas plazas donde se discute sabiendo que habrá un mañana. Por vez primera, Ipurua ofrecía más de 6.000 asientos y la posibilidad a los ausentes (los abonados) de ceder al club, a partes iguales, su lugar en el banco de la plaza para que ni faltara ni sobrase un alma. Se diría que Ipurua disfrutaba de la posibilidad de un ascenso y no sufría la depresión de un posible descenso. El atrezzo era el esperado en estos casos: que si primas a terceros, que si demasiados titulares en casa, que si juveniles y suplentes, que si viajar en autobús de Córdoba a Eibar era como arrojar la toalla antes de que empiece la pelea, como si el Córdoba tuviera siquiera toalla para secarse el sudor frío que le ha recorrido el cuerpo toda la temporada. El Córdoba, que volvió a Primera tras la incapacidad de los aficionados del Las Palmas para contener la alegría, se vuelve a Segunda sin enterarse de lo ocurrido. Y el Eibar que convirtió su ascenso en un plebiscito popular internacional por las exigencias económicas del mercado deportivo. Lo suyo fue también un caso único en el fútbol europeo, algo así como el equipo de todos que además sorprendió con una primera vuelta espectacular tanto como con una segunda depresiva que le llevó al partido de su vida, ayer en Ipurua con cuatro sentidos en el partido frente al Córdoba y el de oído en los transistores que relataban las andanzas del Deportivo contra el Barça y del Granada contra el Atlético.

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