Demasiado infortunio para el Mallorca. El Sevilla, con poco juego, algo defensivo y muy práctico, se llevó el triunfo frente a un rival que tuvo que luchar contra demasiados elementos. El primero, sin duda, su ausencia de pegada, algo que le puede condenar. El segundo, las justas correcciones efectuadas por el VAR que le condenaron en momentos decisivos del choque. Al filo del descanso, la tecnología actuó para anular un gol de Budimir por fuera de juego. Hubiera sido el empate a uno. Luego, a la hora del partido, cuando avisó a Gil Manzano y éste pitó un claro penalti de Baba a Jordán en el momento que peor lo pasaba el Sevilla. Banega lo transformó y definió el partido. El triunfo asienta a los andaluces en la tercera plaza. Todo un mérito, asentado en un equipo que trabaja una barbaridad y se esfuerza de manera estimable en defensa. Es un grupo muy solidario, aunque quizás le falte fútbol para adornar la tercera posición que le mantiene en lo más alto de la clasificación. Tampoco dispone de un arsenal arriba que le haga feliz. Sus victorias son sufridas, sin rotundidad, basada en múltiples detalles, pero 34 puntos son 34 puntos. Nadie se los puede quitar. No fue tan clara la victoria en Mallorca como marcó el resultado. Al Sevilla le faltó fútbol, algo que no preocupa a los amantes del resultado. Fuera de casa, además, es un equipo temible.
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