jeudi 26 décembre 2019

La naranja de Arsenio

No sabemos si Arsenio Iglesias nació en un humilde pesebre, como el hijo de dios, pero bien podría haber sucedido así. Aquel 24 de noviembre de 1930, en Arteixo, su madre alumbraba al personaje más trasversal, carismático y estimado del fútbol gallego, el menor de nueve hermanos, un niño menudo al que tiempo más tarde, según él mismo recuerda, los reyes magos le trajeron como regalo una naranja: ni oro, ni incienso, ni mirra. Si por alguna razón creyésemos necesario adornar su leyenda, empezaríamos por insinuar que todavía hoy conserva tan preciado recuerdo escondido en alguna parte, el más simbólico de todos los acumulados en sus recién cumplidas 89 nochebuenas. Porque si hay alguien capaz de convertir lo perecedero en eterno ese es Arsenio Iglesias: el verdadero icono de una época en la que toda Galicia parecía cincelada a su imagen y semejanza.

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