Dusko Ivanovic suele ser un volcán en el banquillo, pero en Berlín se contuvo, prefirió no montar un espectáculo en la banda, ni convertirse en el Júpiter tonante que fue a veces en sus dos primeras épocas al mando del equipo vitoriano. Le tocaba observar. Apareció en su primera comparecencia de su tercer advenimiento baskonista, con la coleta gris más larga, y sin corbata para acompañar al traje, algo inusual, que imitaba su cuerpo técnico, en la competición continental. Como para romper con el pasado; con la corrección política de Perasovic.
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