Si no juega, es por lesión. No hay otra variable para Jordi Alba, de 30 años, que desde que llegó al Barcelona hace ocho temporadas se ha ensamblado en el lateral izquierdo y no hay quien lo mueva, acaso una riña con Luis Enrique que le condenó durante medio curso en el Barça y por dos convocatorias en la selección, entuerto arreglado con el paso del tiempo. Es su reino y nadie le puede quitar la corona, por su calidad y porque no hay quien le mejore. Difícil, en cualquier caso, porque es el mejor socio de Messi y porque resulta extraño encontrar un lateral con tanta incidencia en el ataque, también porque domina el juego posicional y porque se corrige a tiempo tras las ascensiones por el carril. Presumiblemente, será titular frente al Alavés, duelo nada baladí porque el Barça se juega mantener el liderato, ahora que anda igualado con el Madrid, y porque llegan las vacaciones y no se trata de perder ritmo.
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