Que nadie espere exquisitez en un Getafe-Athletic. Basta con remitirse a los antecedentes de los últimos años. Con Bordalás y Garitano en el banquillo, se puede presumir que habrá intensidad, entrega y presión, pero concesiones a la grada, las justas, pero antes del primer cuarto de hora, para sorpresa general, el partido del Coliséum prometía bastante. Ya habían marcado los dos equipos, primero el Athletic, un rato más tarde el Getafe, pero después el fútbol se espesó como el chocolate de una taza cuando se enfría. Si inauguró la verbena el equipo de Garitano porque salió valiente al campo, cuando igualó el Getafe, el juego rojiblanco se arrugó, y el partido volvió a lo que se temían quienes priman la estética al resultado.
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