España debutó en el Mundial de China con una victoria solvente ante Túnez en un partido intermitente (101-62). Evolucionaron los de Scariolo de los nervios y la imprecisión de la primera mitad a la intensidad y las buenas sensaciones del tramo final. Con Ricky Rubio de motor y Sergio Llull de artificiero (17 y 16 puntos respectivamente) la selección española se barnizó la confianza con el paso de los minutos, subió varios puntos la intensidad en defensa para incrementar la intensidad en ataque, y derritió al campeón africano hasta unos guarismos que le sirven para despejar dudas y consolidar certezas.
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