El poderoso zumbido de los aviones obliga a retorcer el cuello hacia arriba. Desfilan varias veces sobre la pista central mientras Rafael Nadal va reduciendo al impetuoso Hyeon Chung, el relámpago surcoreano que juega con gafas (tiene 20 dioptrías) y hace un par de años fundió a Novak Djokovic en Melbourne. De alguna manera, Nadal y Chung también son aviones. El movimiento de piernas de los dos impresiona a la grada neoyorquina, más progresivo el del primero y más eléctrico el del tenista asiático, que siempre supone un incordio, aunque termina rindiéndose porque no encuentra la forma de hincarle el diente al número dos por ninguna parte: 6-3, 6-4 y 6-, en 1h 58m.
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