Todo se coció en un horno. A 33 grados cuando empezó el partido en Nervión. El Sevilla, líder, cuajó una media hora fantástica, en la que debió marcar por su dominio aplastante. Lo hizo después de un segundo tiempo más discreto, en un gran remate de cabeza de Franco Vázquez. Lo había merecido, sin duda, pero el fútbol solo entiende de goles. Lo tuvo el Celta, que reaccionó tres minutos después en una gran jugada colectiva con finalización de Denis Suárez. Un tiro a puerta y un tanto. Una lección para un buen Sevilla, al que, sin embargo, le falta mordiente. Sobre todo viendo el rendimiento de elementos como Nolito o De Jong. El Celta hizo un golazo y luego se defendió con inteligencia incluso con uno menos por la lesión de Olaza con los tres cambios realizados. En esos minutos, emergió la figura de un futbolista como Aspas, que enfrió los ánimos de un Sevilla que buscó el gol hasta el final, aunque demasiado cansado y frustrado por el calor y su ansiedad por no marcar. Este Sevilla de hierro necesita gol. El Celta supo sufrir, tuvo algo de fortuna e hizo un golazo. Un buen empate para los gallegos y bastante agridulce para los de Lopetegui, dominadores en el primer tiempo, algo más cansados y sin ideas en la segunda mitad.
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