A falta de la auditoria creativa que pidió Ferran Adrià sobre Johan Cruyff, el legado del Flaco se petrifica en Amsterdam y muy especialmente en Barcelona. Mucho mejor, y sobre todo más sencillo, encargar una escultura que una Bullipedia futbolística sobre una figura fácil también de caricaturizar y difícil de traducir, ya idolatrada seguramente por más conversos que por convencidos, porque nada resulta más fácil que ser cruyffista sin Cruyff.
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