Rafael Nadal sonríe, departe y pelotea con gusto el día después de ofrecer una actuación prácticamente redonda en su estreno neoyorquino frente a John Millman (6-3, 6-2 y 6-2, en 2h 09m). Nueva York se transforma de repente en una ciudad vasca y el xirimiri obliga al campeón de 18 grandes y su equipo a trasladar el entrenamiento a la zona a cubierto del complejo Billie Jean King. Allí pule sus golpes y disfruta, siguiendo los derroteros de los últimos días. La noche anterior, tras resolver su acceso a la segunda ronda y lanzar la advertencia de que pisa fuerte, le tira una pullita divertida a uno de los presentes antes de poner rumbo a su hotel: “¿Peinado arriesgado, eh?”.
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