En la abigarrada Guangzhou, donde los rascacielos futuristas conviven con colmenas verticales enjauladas, la vegetación pelea irreductible por abrirse paso entre el cemento, y la calorina pegajosa se suaviza con chaparrones casi de humidificador, España escribió un prometedor prólogo mundialista ante Túnez con una oda a la colectividad liderada por Ricky Rubio (17 puntos y 9 asistencias) y Sergio Llull (16 puntos y 5 asistencias) tras un comienzo espeso e impreciso. En una perfecta aplicación de la asunción de roles y la priorización del nosotros pensante frente al yo cartesiano, la selección de Scariolo superó las inquietudes del debut aferrándose a los conceptos primarios: defensa, rebote y contraataque.
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