Acostumbrado a navegar entre una marejada que le confiere un carácter más atlántico que mediterráneo, el Valencia ha empezado el campeonato con alguna vía de agua más de las aconsejables. En Balaídos no naufragó, pero emitió señales preocupantes. Un punto de seis posibles lleva el equipo que dirige Marcelino, donde tantos debates casi convierten los partidos del fin de semana en una anécdota, un receso para que de nuevo regresen las disquisiciones. El Celta le ganó bien, con más brillo del que mostró el marcador final, con un gol de bandera eso sí y una noticia alentadora para los gallegos, que no ofrecieron concesiones en defensa, uno de sus objetivos para esta campaña.
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