Un Manchester United desclasado por la multitud de bajas que le asolaban, pero con el orgullo de su linaje, generó el segundo cataclismo de los octavos de final de la Champions. Si el martes fue el Ajax el que fue capaz de remontar en el Bernabéu el 1-2 que el Madrid se trajo de Ámsterdam, anoche fue el diezmado equipo de Solskjaer el que firmó un vuelco histórico. Increíble por el 0-2 que debía mejorar y por la superioridad mostrada en la ida por el París Saint Germain. El drama del multimillonario proyecto puesto en manos del alemán Thomas Tuchel se concretó en el tiempo de prolongación. El colegiado esloveno Skomina fue conminado por los asistentes del VAR a revisar unas manos de Kimpembe que interceptaron un disparo de Dalot que no iba a ninguna parte. Rashford ejecutó a Buffon en medio del silencio sepulcral que se apoderó del Parque de los Príncipes. El 1-3 descarrilaba el enésimo intento del PSG y de su multimillonaria propiedad por asaltar la Copa de Europa. La traicionera irracionalidad del fútbol sepultó un proyecto diseñado desde abrumadores golpes de talonario.
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