El pasado 20 de noviembre Jorge Lorenzo se subió a la Honda por primera vez. Apenas había concluido el campeonato cuando se celebraron en Valencia los primeros tests para preparar el 2019. Y el piloto mallorquín, flamante fichaje de la casa japonesa por dos temporadas, probaba su nueva moto. Nada más bajarse de la máquina, unos pocos giros después, el tres veces campeón de MotoGP esbozó una sonrisa. Por los tiempos, todavía bastante lentos, no pudieron advertirse sus sensaciones. Tampoco por sus palabras, pues, como todavía era formalmente piloto de Ducati no quiso decir ni mu sobre ese primer día de pruebas.
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