Las dos caras del Buesa Arena de Vitoria. La sonriente la mostraban Miguel Indurain y Marisa, su mujer, sentados en lugar preferente, divirtiéndose con el espectáculo; la doliente, la ponía el presidente del Maccabi, Shimon Mizrahi, sempiterno acompañante de su equipo, sufridor de las derrotas, discreto en las victorias. Frente al Baskonia le tocó la angustia y el desasosiego, porque los vitorianos se dieron el gustazo de arrollar a un conjunto que careció de ese espíritu guerrero que le ha hecho ganar tantas batallas.
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