El Barcelona compareció como un ciclón en el temible pabellón de la Paz y la Amistad. No esperó, no contemporizó, jugó desde el primer minuto con la determinación que solo suelen exhibir los equipos en los últimos compases de los partidos. Su concentración y acierto defensivo sorprendió al Olympiacos, que se quedó en casi nada. Tres canastitas fue todo el botín del equipo griego, abrumado, estéril, con la lengua fuera. El Barcelona cerró el primer asalto con 21 puntos de ventaja (6-27), una distancia sideral.
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