Las derrotas de Valverde desde que llegó al Barcelona se pueden contar con los dedos de las manos. Son nueve —cinco en el curso anterior por cuatro en este— y dos de ellas se encuadran en su estreno oficial, en la Supercopa ante el Madrid cuando el Barça, por entonces tembloroso, estaba por hacer y cuajar, sobre todo porque Neymar había hecho mutis por el foro en busca de El Dorado parisino. De las siete caídas restantes hay un patrón que se repite, pues en seis de ellas los rivales se plantaron con tres centrales y dos carrileros [la disposición de los medios sí que varía, pues los hay que jugaron con dos mediocentros o dos volantes, incluso con un único punta], una medida de kriptonita para este Barça. Algo con lo que no está del todo de acuerdo el técnico azulgrana: “Hay muchos equipos que juegan de esa manera. Cuesta, pero hay rivales a los que hemos ganado saliendo con ese sistema. No creo que sea más complicado a la hora de atacar o defender”.
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