Agarró el balón en su campo, le tiró un caño a Fontàs, que le entró de primeras, y trazó un eslalon hasta el borde del área rival, cuando entre cuatro oponentes lograron arrebatarle el balón antes de que armara la pierna. Fue un zigzagueo de Messi, una jugada casi imposible para cualquiera. Pero no acabó en éxito porque la zaga rival estaba bien parada, con las líneas juntas y moviéndose en bloque. No sucedió lo mismo cuando el 10 llegó desde atrás y pilló por sorpresa al Celta.
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