La grada de Old Trafford rugía en los instantes finales del partido: “Attack, attack”. Generosa hasta lo irracional, apasionada, vehemente y con el arrebato y el ardor propio de los adictos, los aficionados del Manchester United acabaron por digerir la tercera igualada consecutiva de su equipo apenas unas horas después de que su entrenador, Jose Mourinho, les dijese que los 350 millones de euros invertidos en refuerzos desde que hace año y medio llegó al club no le iban a servir para armar un equipo que pelease por el título de la Premier League. El club no lo festeja desde 2013, desde que se fue sir Alex Ferguson y ahora Mourinho no miente: al United no le alcanza para estar en esa liza, superado por la descomunal campaña del Manchester City. Empataron con el Southampton, como lo habían hecho en el Boxing Day cuando recibiero al Burnley o en la víspera de Nochebuena en su desplazamiento a Leicester. Asi que caen a la tercera posición en la tabla, superados por el Chelsea, que venció al Stoke City (5-0). Si el Manchester City vence en la jornada de fin de año al Crystal Palace estará 17 puntos por encima de sus vecinos. La situación ya empieza a generar un runrún en la grada. El apoyo al equipo dio paso a un mayoritario abucheo cuando el árbitro decretó el final del partido ante un rival que lleva ocho jornadas sin ganar. Mourinho ofreció su diagnóstico tras el partido: "Tres penaltis no señalados en tres partidos marcan diferencia".
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