Del infierno al paraíso. El cielo se abrió de par en par en el Open Británico. El viento y la lluvia del viernes dejaron paso al sol y la calma como si en pocas horas se hubiera cambiado de estación. El campo se convirtió en una pradera deliciosa para los jugadores y en ese nuevo verano los birdies comenzaron a multiplicarse. Los números rojos estallaron en el marcador. Si el viernes solo ocho golfistas bajaron del par del campo, este sábado fueron 43, de los 77 en liza, los que vencieron al recorrido. El sudafricano Branden Grace logró una vuelta legendaria con 62 golpes, el resultado más bajo en la historia de los grandes; el número uno mundial, Dustin Johnson, se le acercó con 64; cinco jugadores bajaron al 65, ocho al 66... Birkdale de rebajas.
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