“Dos, dos, tenemos que seguir haciendo dos”, decía Sergio Ramos enseñando dos dedos. Hablaba con sus compañeros después del gol del Celta. Lo marcó Danilo en propia puerta. Mientras el estadio coreaba el nombre de Guidetti y el capitán del Madrid buscaba animar a los suyos haciéndole entender que no cambiaba nada, que dos goles les llevarían a la prórroga, a Danilo le entró la risa floja. Era eso, reír por no llorar. Parecía querer decir: “macho, no doy una, estoy gafado”. Kiko Casilla hizo un paradón para sacar un remate de Guidetti y el rechace acabó en la espinilla de Danilo y de ahí para dentro. Era el minuto 43.
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