El traspié fue, seguramente, más aparatoso viniendo de dónde venía. La primera vez que Jorge Lorenzo se subió a la Ducati, en el circuito Ricardo Tormo, en noviembre, nada más dar por terminada la temporada en Valencia, sonrió para sus adentros. Nunca se había montado en una máquina tan potente. Estaba harto de que lo adelantaran en las rectas. Y ahora era él el que podía hacerlo. Claro que, ya advirtió algún punto débil. “En algunas curvas falta giro”, reconocería meses después, cuando, por fin, pudo hablar de la experiencia. Sonó a un mantra muchas veces repetido por los pilotos de la casa.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/2kka34C
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire