La misión está casi cumplida. Argentina está allí, donde quería estar: a punto de encarar la tercera final consecutiva en tres años y con todas las miras puestas en ganar, por fin, un campeonato tras 23 años de frustraciones. La Albiceleste se presta a jugar otra final y, más allá de lo que haga el rival que resulte de la otra semifinal, Chile o Colombia, El Tata entiende que existe una presión extra a los partidos que ya jugaron sus dirigidos: la que pueda ejercer la prensa, o bien, buena parte de ella; la que espera un tropiezo argentino para volver a lanzar críticas hacia el proceso del rosarino.
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