Eran los años sesenta cuando un españolito de a pie, nacido en el barrio Chamberí y de familia republicana, decidió que era hora de rebelarse contra el sistema. “Quería desafiar a los anglosajones”, explica Manolo Santana (Madrid, 78 años) bajo el agradable sol de Marbella, donde reside desde hace más de dos décadas y ahora disfruta de los días en su club, asentado sobre una colina. Entonces, cuando la expansión del tenis era mínima y muy selectiva en el país, reducto exclusivo para las élites, Santana se propuso dar el gran golpe. Había conquistado ya París y Nueva York, pero no el All England Tennis Club de Londres, dominio de norteamericanos, australianos y británicos. Así que preparó el hato, empuñó su raqueta y rubricó un éxito pionero para un español: triunfar en la hierba de Wimbledon. De esa gesta se cumplen ahora 50 años. “Y, si quieres, podría contarte ese día paso a paso”, dice el protagonista.
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