Desde muy pequeños nos enseñan en la República que un día caluroso de julio de 1789, el hambriento pueblo parisino se levantó contra la tiranía del injusto monarca Luis XVI y dirigió su hastío contra un edificio localizado entonces en las afueras de París. Con la complicidad de los guardias, el pueblo liberó a los convictos y derribó la mayor cárcel de la ciudad llamada La Bastilla.
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