Las tormentas se pueden predecir. Al menos eso demostró el eficiente servicio meteorológico de Chicago. Ya con el partido más largo disputado en esta Copa América Centenario agonizando, las tormentas de la selección de Colombia también tenían fácil predicción. La sangre nacional, siempre en permanente estado de ebullición, no se enfrió a pesar de la borrasca, el diluvio y el chubasco caído sobre las cabezas de los hinchas y periodistas que con paraguas y pararrayos en la mano presenciaron la mediocre performance del equipo de Pékerman contra Chile.
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