Lo que tenía visos de tormenta de goles (dos de Chile en apenas 10 minutos) se convirtió en una fortísima tormenta meteorológica que obligó a suspender el partido durante dos horas cuando los futbolistas se encontraban en los vestuarios tras disputar la primera mitad. Las previsiones ya alertaban sobre el riesgo de tromba de agua y aparato eléctrico sobre Chicago y todo se cumplió. Nada más concluir la primera parte, las autoridades anunciaron que en unos 20 ó 30 minutos se esperaba que la tormenta descargase sobre la ciudad estadounidense lo que obligó a paralizar el partido y recomendar a los espectadores que buscasen refugio en el interior del estadio.
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