“El fútbol es un juego y si no juegas, ¿de qué sirve?”, explicaba y se preguntaba Denis Cheryshev (Nizhni Novgorod, Rusia, 1990) en una entrevista concedida a EL PAÍS en enero del 2015. Por entonces, el extremo hispano-ruso se encontraba cedido en el Villarreal, el lugar donde exhibió su mejor versión como profesional del fútbol, donde tuvo continuidad en el terreno de juego sin apenas percances físicos que frenaran su proyección y crecimiento. Vestido de amarillo Cheryshev se sentía futbolista. Y feliz.
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