Se sabe que las victorias y las derrotas de Pep Guardiola solo interesan a los enemigos de Pep Guardiola, sean estos declarados o disfrazados, que tantos hay de una especie como de la otra si las cuentas no me fallan. Los que no esconden su inquina hacia el entrenador catalán, en su mayoría con cierta querencia al merengue, mantienen su firme oposición incluso cuando los resultados aconsejan abandonar la turra mientras que los disfrazados, por lo general culés enviudados, esperan al olor del incienso y las velas para salir a escena y montar su numerito habitual: que si ya lo decía yo, que si mear colonia no es bueno para la próstata, que si ahora qué, Guardiola; qué.
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