Caminó de un lado al otro con los brazos entrelazados por detrás de la espalda. A veces era el izquierdo el que sostenía el derecho y otras al revés. El caso es que el Mono Burgos, de riguroso negro, sin su clásico chándal por eso de que ayer era el entrenador principal, observaba, aplaudía, caminaba y agachaba la cabeza. Recorría la zona técnica sin respetar los bordes, también marca de la casa.
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