El día en Vila-real fue especial. Las conversaciones tenían un único tema: el partido de la noche del equipo de pueblo ante el legendario Liverpool. El trabajo o los estudios eran secundarios. Ni jefes ni profesores lo iban a tener en cuenta. En los colegios de la población los alumnos aprendían inglés cantando el “Yellow Submarine”, la canción de los Beatles convertida en himno oficioso del Villarreal desde finales de los años sesenta. Recibió el equipo de Marcelino el calor de miles de aficionados apostados en las aceras en los últimos 500 metros que recorrió el autobús hasta El Madrigal.
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