De Bale en Bale. Así se aferra el Madrid a la Liga, a hombros del galés, de nuevo decisivo, esta vez en Anoeta, antes en Vallecas. El británico, al que se tenía por un futbolista sin liderazgo, perece haber dado un paso al frente con la desventaja de la lesión de Cristiano. Su caché le obligaba, pero la nómina no siempre acentúa el carácter, el carisma. Llegado el momento crucial, Bale se ha desmentido a sí mismo, no tiene el corazón en los huesos, le circula la sangre. Su gol en San Sebastián, donde estuvo en todas, en las buenas y algunas malas, permite al Madrid seguir en la cordada del campeonato. Lo consiguió en el tramo final de un partido muy marcado por las bajas de unos y otros, un pulso que evidenció la profundidad de armario de cada equipo. Con todo, al Madrid se le retrasó la victoria más de la cuenta por errores propios ante la meta local, ráfagas de excesiva ansiedad y un adversario que aguantó el tipo como pudo, reacio a darse por vencido ni siquiera con una alineación tan remendada, especialmente en la vanguardia.
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