En uno de los muchos arabescos y quiebros que enlazó Isco, Zinedine Zidane no pudo evitar una sonrisa abierta. La actuación del volante pareció deleitarle por momentos. El partido de Isco fue la culminación de un plan que pasó por poblar el centro del campo para renunciar a Vinicius y a Rodrygo como extremos. “Podía jugar con extremos, pero escogimos otra opción metiendo a Modric y a Isco más por dentro y liberando los laterales. Lo más importante era la presión en campo contrario y jugar bien, sobre todo, queriendo hacer daño al rival”, explicó el entrenador madridista, que en esa búsqueda de las debilidades del Valencia apostó por que su equipo gobernara el partido a través de la pelota. “Sabiendo que al rival no le gusta corre detrás del balón, lo interpretamos bien. Siempre buscamos cosas diferentes, hoy ha sido así, pero el próximo partido puede ser diferente”, analizó Zidane.
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