Da igual el qué, el cómo, el cuándo y el dónde. El por qué. No hay límite que no haya franqueado. Poco importa que Roger Federer se haya tirado más de dos meses sin jugar un partido oficial ni que haya llegado a Melbourne con “las expectativas bajas”, según precisa, porque el suizo tiene una varita mágica que lo transforma todo en oro.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2TF0yPq
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire