Desde que Sergio Busquets apareció en la alineación del Barça en el segundo partido de LaLiga 2008-2009 ante el Racing, el día que Pep Guardiola lo hizo saltar de Tercera al Camp Nou, nadie discutió al entonces sorprendente mediocentro, y menos cuando tuvo la bendición escrita de Johan Cruyff. Y hasta Del Bosque, entonces seleccionador, afirmó: “Si yo fuera jugador me gustaría parecerme a Busquets”. No lo hizo la secretaria técnica —los dos únicos mediocentros fichados, Song y Mascherano, acabaron de centrales—, ni La Masia. Los canteranos llamados a ser su relevo ya andan lejos del club: Sergi Samper está en el Vissel Kobe y Oriol Busquets juega en el Twente. Ningún entrenador se animó a poner en jaque a Busquets, piedra angular del Barça de Guardiola, pero también de Tito Vilanova, Tata Martino y Luis Enrique. Hasta que algo cambió el último verano con Ernesto Valverde. Ahora, con Quique Setién parece que ha vuelto la normalidad para Busi.
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