En la 73-74, el Granada llevaba seis temporadas consolidado en Primera. En la tercera jornada había llegado a ser líder. Era un equipo de personalidad muy marcada, por la firmeza extrema de su parte de atrás y por algunos jugadores de gran clase, en especial el extremo Vicente. También por el cambio en su uniforme, introducido esa temporada, con rayas horizontales en lugar de verticales. “Fue por distinguirnos”, me explica Candi, el presidente en aquellos años grandes del club.
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