Después de resolver con suficiencia su estreno en Melbourne (6-2, 6-3 y 6-0 a Hugo Dellien, en 2h 02m), Rafael Nadal se oxigenó dando un paseo nocturno a orillas del río Yarra. El número uno del tenis iba acompañado de sus familiares y su esposa, que le hacía carantoñas mientras el convoy se dirigía hacia el lujoso Crown Hotel, donde se hospeda. Unos metros por delante charlaban su técnico, Carlos Moyà, y su agente, Carlos Costa. Tal vez comentaban el buen arranque de su chico, o quizá sobre las pelotas escogidas por la organización del Open de Australia para esta edición.
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