vendredi 10 janvier 2020

El Madrid y la derrota de la mediocridad

Sembrar fútbol, cosechar dinero. El fútbol es el lenguaje común que la globalización no tiene. Un sistema de signos reconocible en todo el mundo. Hay países que son eruditos porque el tiempo convirtió el juego en una cultura integrada a la cotidianidad, y otros apenas alfabetizados porque abrazaron el fútbol más tarde, aunque con creciente curiosidad. Del mismo modo que los entrenadores roban recursos a los jugadores buenos para entregárselos a los peores, los campeonatos más prestigiosos llevan su espectáculo a los países menos maduros para sembrar fútbol. Un esfuerzo que no sale gratis, como ustedes entenderán, y que explica esta Supercopa de España llevada a Arabia Saudí. De hecho, es la manera más generosa que tengo de ver esta iniciativa hoy extravagante, pero que integraremos muy pronto a la normalidad, como las pretemporadas convertidas en giras. Los saudíes lo ven con la curiosidad con que se miran las nuevas experiencias, pero para los aficionados españoles no es más que otro dato de la nueva realidad: cada día tienen menos peso económico en el presupuesto de un club y, por lo tanto, menos poder. Sus equipos son, hoy, multinacionales del espectáculo con un gran producto de exportación que sale a la conquista de clientes remotos.

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