El 2 de enero todavía se suelen ver resacas de la Nochevieja, porque hay gente para todo, que no pone límites a la fiesta. Para el Barça que jugó en Vitoria, la resaca le venía de unos días antes, del domingo, cuando aplastó al Real Madrid en el Palau. Una resaca deportiva, claro, pero que también deja secuelas como la alcohólica, en forma de pesadez de piernas, lentitud de reflejos, visión borrosa o escasa claridad de ideas. Un control de la Ertzaintza a las puertas del Buesa no habría encontrado ni un solo rastro de excesos navideños, pero posiblemente tampoco demasiada sangre en las venas de los jugadores de Pesic, al menos hasta el descanso.
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