dimanche 12 janvier 2020

Courtois impone sus guantes para sacar al Madrid del atasco

Al-Balad, el centro histórico de Yedda, es un laberinto de callejones angostos a la sombra de edificios castigados por el salitre y el erosivo paso del tiempo. Las balconadas forradas de celosías de pino conjugan con el silencio expectante de comerciantes de perfumes, telas y especias ante el paso de potenciales compradores. Cuando llega la hora de la tercera oración los portones de corredera de madera maciza se cierran al son del musical reclamo del muecín. No había huella alguna de esta Supercopa en el viejo casco de Yedda hasta que por una de sus callejuelas apareció un grupo de directivos de la Federación Española de Fútbol acompañados por sus esposas. Como Luis Rubiales, los dirigentes están encantados con el suculento reporte económico que le ha supuesto a las arcas federativas llevar la Supercopa hasta Arabia Saudí. Y como su presidente están convencidos de que han contribuido a la lucha por la igualdad de la mujer saudí. Las mismas escenas turísticas familiares que se daban en la época de Ángel María Villar se dan ahora con Rubiales. La historia es circular para todos. Así debió interpretarlo también Zinedine Zidane, que por primera vez en lo que va de temporada repitió alineación.

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