Cuando se alcanzó el parón navideño, desde el área deportiva del Barcelona tenían claro que Ernesto Valverde seguiría como técnico azulgrana porque entendían que la gestión del vestuario era excelente y el juego no enganchaba aunque servía para expresar la supremacía en LaLiga. Pero consumada la derrota frente al Atlético en la Supercopa de España, todo cambió de la noche a la mañana. Decisión propiciada por una directiva que, sin embargo, le reafirmó tras los desastres consecutivos en Europa, dos eliminaciones inesperadas, primero ante la Roma y después contra el Liverpool. Así, Valverde fue despedido el lunes de mala forma y a la carrera, pues negociaron con otros técnicos sin cerrar su despido y por poco no se quedan huérfanos en el banquillo, toda vez que Xavi y Koeman rechazaron asumir el equipo con la competición en marcha y con compromisos con sus actuales equipos. “Es verdad que la pérdida de la Supercopa ha terminado con unas consecuencias que a los entrenadores nos cuesta aceptar, pero el trabajo de Ernesto y cómo deja al equipo es de agradecer”, deslizó Setién, su relevo en el banquillo.
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