Qué mejor forma de celebrar el gran momento que atraviesa Max Verstappen que con la consecución de la primera ‘pole position’ de su trayectoria en la Fórmula 1. El holandés, un talento de esos que aparecen muy de vez en cuando y que son capaces de poner patas arriba el statu quo establecido, acumulaba siete victorias y una ristra de plusmarcas de precocidad en su hoja de servicios, pero hasta este sábado en Budapest aún no había podido colocar su coche en la primera plaza de una parrilla de salida. Probablemente, porque nunca hasta ahora había tenido un coche suficientemente afilado como para ello, habida cuenta del dominio de Mercedes en la era híbrida y de la fuerza de Ferrari en según qué circunstancias. Sin embargo, la inercia que sigue el equipo del búfalo rojo y su diamante en bruto supone una brizna de esperanza para aquellos que todavía creen que el Mundial está abierto. El resultado en Hungaroring, al menos, apunta en esa dirección.
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