Nada más concluir el partido de octavos del Mundial en el que Brasil cayó frente a Francia, Marta, de 33 años, seis veces elegida como la mejor jugadora del planeta, se comprometió como nunca para dejar un legado a las mujeres en el fútbol que extrapole sus récords y conquistas individuales. Sonó como una convocatoria inspiradora para que las jóvenes futbolistas cuiden la semilla que ella ayudó a plantar: “No vais a tener una Marta para siempre, una Cristiane, una Formiga... Y el fútbol femenino depende de vosotras para sobrevivir “, imploró a sus compañeras más jóvenes, a sus compatriotas, en sus primeras declaraciones nada más abandonar el césped este domingo. “Lloré al principio para sonreír al final”, añadió. No era la primera vez que en este campeonato la crack brasileña llamaba la atención del mundo hacia una causa que abrazó como suya. Para celebrar el gol de penalti contra Australia, en el segundo partido de la selección, Marta apuntó a las botas personalizadas con un símbolo por la igualdad de género en el deporte. “No me gusta hablar, me gusta mostrar”, dijo el 10 de Brasil tras aquel gesto ante las australianas.
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